lunes, 19 de febrero de 2024

 Celebremos 26 años de Cuadernos Feministas: 1997-2023



El primer número de Cuadernos Feministas lo publicamos en octubre de 1997, así que este 2023 celebramos 26 años!!!!, se dice rápido y pareciera poco tiempo, pero han sido años de gran crecimiento y aprendizajes, de mucha colaboración, compromiso y diálogos entre las di- versas visiones del feminismo mexicano e internacional. Para nosotras este proyecto editorial ha sido un aporte al amplio movimiento feminista que en los últimos seis años tuvo un significativo, contradictorio e histórico repunte de la luchas de las mujeres a nivel planetario.

Son inmensos los agradecimientos a quienes han colaborado en este proyecto que se construye con aportaciones voluntarias y de militancia feminista, reconocemos de manera especial a quienes han contribuido en el diseño de la revista y los trabajos de edición, así como de la impresión.

Asimismo, en nuestro propio balance, reconocemos que los aportes de Cuadernos Feministas han sido el documentar sobre el movimiento feminista y de las luchas de las mujeres a lo largo de estos años, entre un siglo y otro, recuperando la diversidad y masividad de las expresiones del movimiento que siempre proporcionan renovadas energías y nos abren nuevas vetas de reflexión en una continua interrogación y búsqueda de respuesta a múltiples problemáticas y procesos complejos en contextos políticos nacionales y regionales que no han logrado erra- dicar la desigualdad.

Hay que recordar que Cuadernos lo fundan mujeres de diversas trayectorias de izquierda de los años setenta y ochenta, algunas pioneras del feminismo mexicano que han brindado aportes significativos al mismo. La rebelión zapatista nos hizo coincidir en la Convención Nacional de Mujeres (CNM), en los Diálogos de San Andrés Larráinzar. Nuestras coincidencias nos distinguirían de un feminismo institucional que veía con desdén la aportación e incorporación de las mujeres indígenas al propio feminismo. Pero también nuestra coincidencia se basó en la perspectiva revolucionaria del zapatismo. Finalmente, nuestra coincidencia iba más allá del impresionismo seguidista sino en una relación solidaria, crítica y de aprendizaje mutuo.


Y aquí seguimos…

La publicación en 1999 del libro Las Alzadas refleja la necesidad de reconocer el caminar de las mujeres indígenas y documentar un proceso histórico en la lucha de las mujeres en México. Las páginas de la revista han registrado este caminar de las zapatistas, y la organización de las mujeres indígenas en el territorio nacional. Por ello, para este número Sylvia Marcos fue entrevistada por la periodista Laura Castellanos para dar cuenta de la trayectoria y avances de las mujeres zapatistas y sus prácticas feministas particulares.

También creímos conveniente hacer una reflexión sobre los temas que han marcado el avance del movimiento feminista y tratar de destacar algunos puntos para la agenda aún pendiente.

Lo que nos aporta Aída Hernández, nos lleva a recordar a Rosario Ibarra, fallecida el 16 de abril de 2022, mujer emblemática por su ardua labor en la organización de las madres de desaparecidos políticos y su persistente búsqueda hasta encontrarlos, tema que se enlaza con los grupos de buscadoras que Aída Hernández nos relata, como la experiencia de organización de una nueva generación de mujeres que buscan los cuerpos de sus familia- res y enfrentan impunidad, misoginia y criminalización. El texto de Aída nos toca profundamente pues es una herida abierta en este país.

Sonia del Valle fue de las primeras periodistas en documentar sobre los casos de feminicidio en Ciudad Juárez, en este número nos presenta un relato de su experiencia, destacando el papel sustancial que tuvo Esther Chávez en la lucha por esclarecer lo que pasaba en esa región del país.

Rocío Duque, desde Nueva York, termina su colaboración convocándonos a reflexionar, en este recuento sobre “Y finalmente ¿de qué hablamos cuando decimos feminismo?”, en un contexto de desarrollo de estrategias de mercado, narrativas y protagonismos desde la derecha más extrema, de una crisis capitalista que genera contradicciones, y que nos pone retos para profundizar en el conocimiento y análisis de expresiones llamadas feministas que fortalecen posiciones de ultraderecha.

Liz Maier hace un recuento histórico en torno al aborto, destacando las diferencias de los contextos actuales entre México y Estados Unidos sobre el tema. La ofensiva contra el cuerpo de las mujeres en los Estados Unidos y los intentos para echar atrás la legislación que protege los derechos de las mujeres ha generado alianzas binacionales y redes de apoyo importantes que son poco conocidas. Las mexicanas, nos dice, han desarrollado una experiencia importante en ese sentido.

Paola Fernández, integrante del grupo feminista Las Libres, hace un recuento de la lucha por el aborto, incidiendo en el debate en torno a la necesidad de diferenciar entre las estrategias jurídicas en la lucha por la legalización del aborto y las redes de acompañamiento como una propuesta transgresora de formas de organización independiente y que contribuyen a enriquecer el acceso a la interrupción del embarazo por fuera de las instituciones estatales, desde una perspectiva auténtica, de profunda solidaridad feminista. Las mujeres se encuentran en los procesos humanos de reconocimiento de sus cuerpos y de sus libertades.

Sara Lovera nos presenta una reflexión retrospectiva sobre “qué pasó con el movimiento feminista y su política hegemónica de ‘incidencia’ en el poder”, señala que la condición de las mujeres no ha cambiado, que se mantiene su opresión. Su reflexión se centra en las políticas del Estado, análisis necesario para la construcción de líneas estratégicas de la práctica feminista. Este texto nos motiva a profundizar en el balance del movimiento feminista desde una perspectiva del pensamiento critico para elaborar el programa feminista anticapitalista.

Susana Vidales recupera la historia del movimiento feminista sonorense a partir su experiencia como protagonista.

A los 26 años del nacimiento de la revista, recordamos con cariño a Nellys Palomo impulsora del proyecto editorial de Cuadernos Feministas, quien desde el primer número escribió sobre la organización de las mujeres indígenas, al que se sumaron colaboraciones número tras número. Nellys falleció en 2009 y en esta celebración  amorosamente reconocemos y honramos su memoria, así como la de compañeras pioneras feministas que han partido en estos últimos años: Itziar Lozano, Cecilia Loria, Diana Álvarez, Carmen Nava, Francesca Gargallo, entre otras.








 



Feminicidio


La ciudad es una trampa para las mujeres


Sonia Del Valle*


Treinta años han pasado desde que comenzaron a documentarse en los medios de comunicación los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. En los primeros años visité Juárez en varias ocasiones, escribí cientos de notas, reportajes, desarrollé una campaña de comunicación junto con otras organizaciones para demandar justicia, redacté Informes para Relatores de derechos humanos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Entrevisté a las familias, mujeres y hombres devastados por la pérdida; hablé con legisladoras y legisladores del estado de Chihuahua y federales; funcionarias y funcionarios de gobierno local y federal, entrevisté a los gobernadores, a presidentes municipales, a los procuradores y subprocuradores, a la fiscal especial; hablé con los agentes del FBI, hablé con decenas de periodistas nacionales y extranjeros; con los detenidos.

Recuerdo que me sentaba en la redacción de cimacnoticias, donde trabajaba, por horas a conversar con cualquier periodista que pasaba por el entonces Distrito Federal para hacer conexión y viajar a Ciudad Juárez. Hablé con periodistas alemanes, ingleses, norteamericanos, argentinos, chilenos, con decenas de colegas mexicanos de otros estados del país.

Hablé con documentalistas, con investigadores e investigadoras, con escritores de libros y a cada persona le compartía mi archivo documental que conforme pasaban los meses, crecía hasta que se convirtió en 10 cajas. Incluía notas de periódico, leyes, informes, documentos gubernamentales, oficios, propaganda y campañas gubernamentales, guías y recomendaciones dirigidas a las mujeres, mapas de Ciudad Juárez, testimonios, listas de mujeres asesinadas. En esas cajas había historia. Una historia que comenzó en un folder.

Eran mis primeros años como periodista. Trabajaba entonces en la pequeña agencia de noticias que impulsamos y creamos en la organización Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC) y que llamamos cimacnoticias. Era la primera agencia especializada en la condición social de las mujeres que fundó Sara Lovera, pionera del periodismo feminista o como se llama ahora con perspectiva de género y maestra, no sólo mía, sino de muchas generaciones de periodistas en México y países de habla hispana.

En cimacnoticias aprendí “a mirar a las mujeres” como sujetas de noticia, por eso cuando la doctora Gabriela Delgado Ballesteros, a quien había ido a entrevistar a la UNAM por otro tema, al terminar me entregó un folder lleno de recortes de periódicos, entonces, supe que no sólo había un tema de interés periodístico para la agencia, también se convirtió en un tema de interés personal.

Recuerdo que Gabriela, al entregarme el folder me dijo que la información la había recopilado Esther Chávez Cano, del Grupo 8 de Marzo de Ciudad Juárez. También me dijo: “están matando a las mujeres”.

Ya en mi coche, en el estacionamiento de la UNAM, comencé a leer cada uno de los recortes de periódicos. Cada noticia contaba la historia inconexa de una mujer asesinada. Relataba incluso, en algunos casos, violencia sexual extrema, en otros el abandono del cuerpo, y en la mayoría el hallazgo casi fortuito del cuerpo en un lugar denominado Lote Bravo.

Con el folder llegué a la oficina de Sara Lovera en DobleJornada del periódico La Jornada, entonces ubicado en la calle de Balderas, muy cerca de donde se ubicaban las oficinas de CIMAC. No recuerdo las palabras exactas, pero le dije que teníamos que investigar el tema y repetí casi la misma frase que utilizó Gabriela: “están matando a las mujeres en Ciudad Juárez”.


Esther Chávez Cano del Grupo 8 de Marzo de Ciudad Juárez.


Unos días después, tras contactar a Esther Chávez Cano, me lancé a Ciudad Juárez, con el folder bajo el brazo, una grabadora y una libreta. Era 1996 y los recortes de periódico habían comenzado en 1993.


Con Esther, una mujer menuda, pero con una enorme energía, conocí el Juárez donde asesinaban a las mujeres; el Juárez que se inundó de cruces rosas; el lugar donde las mujeres formaron grupos, organizaciones, centros de atención y no se quedaron calladas.


Es cierto que esta historia comenzó con los recortes de periódicos que fueron creciendo con el tiempo, pero también fue tomando el rostro de familiares y activistas que no estaban dispuestas a dejarlas en el olvido.

La generosidad de Esther incluía un cuarto de su casa donde pasaba días enteros, ahí llegaba después de recorrer la ciudad. En nuestras conversaciones Esther contaba la historia de las mujeres que aparecían al principio en la sección de la nota roja de los periódicos, pero cuya historia y reclamo de justicia a través de las organizaciones de mujeres, se abrió paso en las primeras planas de los diarios y noticiarios.

Las horas del desayuno en casa de Esther lo ocupábamos para que me compartiera su relato, la forma como las autoridades las habían ignorado, tanto al Grupo 8 de Marzo del que formaba parte, como al Comité Independiente de Chihuahua Pro-Defensa de los Derechos Humanos. Me contó del maltratato a los familiares de las víctimas, como las madres y los padres de familia recibían la noticia del hallazgo del cadáver de su hija sin la más mínima consideración.

Me contó que a una de las mamás le entregaron una bolsa negra con huesos y conforme los iban sacando le decían que era su hija, que hasta entonces estaba en calidad de desaparecida. Con Esther conocí también el trabajo de otras muchas mujeres que se agruparon en la Coordinadora de ONGs en Pro de la Mujer. Conocí sus demandas, los plantones que realizaban frente a las oficinas de la Subprocuraduría de Justicia de la Zona Norte para demandar que se investigaran los asesinatos que ya entonces sumaban cerca de 100 y no sólo se localizaban en el Lote Bravo, sino en Lomas de Poleo.

La narrativa de Esther Chávez Cano cuyo reclamo de justicia había llegado a la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer que se realizó en Pekín, China (1995), y al Encuentro Latinoamericano Feminista en Chile (1997), contrastaba con el discurso gubernamental del gobernador panista Francisco Barrio, que justificaba el asesinato de las mujeres porque eran migrantes, venían de familias desintegradas, se caracterizaban por ir a bailar y salir con muchos hombres. Incluso llegó a decir que el número de mujeres asesinadas “era normal”.

Un año antes, en 1995, el gobierno estatal había presentado a un hombre de origen egipcio con nacionalidad norteamericana: Abdel Latif Sharif, como el “autor intelectual” de los asesinatos en serie, quien fue sentenciado en 1999 a 30 años de prisión por el homicidio de Elizabeth Castro García. También fue señalado como autor intelectual de los homicidios en serie de 1996, luego de la detención de la banda de Los Rebeldes, conformado por seis individuos y cuyo líder se identificaba con el alias de “El Diablo”.

Recuerdo que en varias ocasiones fui al penal de Ciudad Juárez y Sharif insistía en su inocencia, escribía textos en una libreta, con mala caligrafía y difíciles de leer, pero igual me los compartía. En los textos explicaba que era inocente, contaba su historia, y daba seguimiento a las mujeres que aparecían asesinadas en Ciudad Juárez, llevaba su propia lista, porque los asesinatos no pararon con su detención.

Debo confesar que dejé de escribir sobre el tema no sólo porque cambié de trabajo y comencé a trabajar en el periódico Reforma cubriendo la fuente educativa, sino porque comenzó a afectarme mucho la indiferencia de las autoridades y el dolor de los familiares de las víctimas. Es claro, aprendí muchas cosas de Esther Chávez Cano, pero no supe cómo aprender de su fortaleza interna.

He escrito este texto en homenaje a ella y en recuerdo entrañable por las personas que conocí en Ciudad Juárez.

Juárez es una ciudad que creció sin darse cuenta de que se estaba convirtiendo en ciudad, con desafectos sociales y sin planeación. Es la ciudad que alberga casas semiconstruidas en grandes extensiones de terrenos semidesérticos y zonas residenciales con casas estilo narco-exuberante; es la ciudad que crece mirando a su ciudad gemela, El Paso, ordenada y planeada.

Es la ciudad de largas cuadras que las personas tienen que caminar con miedo por las noches porque no están alumbradas y porque el transporte público es escaso o de plano no existe.

Es la ciudad de los antros y la liberación sexual de las mujeres, quienes los viernes al salir de la maquila tienen a un grupo de hombres esperándolas para que ellas puedan elegir con quien ir a divertirse.

Es la ciudad del Noa Noa de Juan Gabriel que se quemó con el paso de los años, y donde se puede encontrar todo tipo de antros, desde bares tradicionales hasta aquellos donde se permite todo.

Es la ciudad del caos, de los picaderos (donde se vende y se inyecta heroína), de los jonkers (deshuesaderos de coches).

Es la ciudad de las maquilas, de los migrantes de México y latinoamericanos que llegan deseando no estar ahí porque buscan cruzar a Estados Unidos; quizá por eso recuerdo una lata de Coca Cola que decía: “Si vives en Juárez, eres de Juárez”.

Lo recuerdo ahora, después de releer algunos textos que yo misma escribí y conversar con un entrañable amigo, Ignacio Alvarado, periodista, entonces jefe de información del Diario de Juárez, quien resumió en una frase el problema de fondo: “La ciudad es una trampa para las mujeres”. Sigue siendo.


Ciudad de México, septiembre del 2023.  


* Periodista, comunicadora educativa y feminista.



 

Feminicidios Ciudad Juárez (https://mexico.unwomen.org/ es/noticias-y-eventos/articulos/2021/04/ciudad-juarez- refugios-de-mujeres-ante-la-pandemia-de-covid19)