lunes, 4 de junio de 2012

La recuperación de la historia lésbica o la arqueología del conocimiento lesbiano.


Norma Mogrovejo

En 1993 inicié con el doctorado en Estudios Latinoamericanos en la UNAM, una investigación sobre el proceso histórico del movimiento lésbico en América Latina, lo que me llevó a recorrer por los centros de documentación feminista de la época. Eran pocos, básicamente CIDHAL y el PIEM, la Academia recién empezaba a articular acervos sobre temática mujer. Grande fue mi sorpresa que sobre la materia lésbica, apenas pude encontrar un par de artículos, casi ninguna información.

Con suerte encontré documentos sobre feminismo pero sobre lesbianas… casi nada, sobre el movimiento lésbico mexicano o latinoamericano… casi nada.

Es así que me di a la tarea de recopilar testimonios orales de las actoras y documentación sobre esa historia inacabada. Contacté a las pioneras del movimiento lésbico, quienes generosamente me donaron, o prestaron sus archivos para fotocopiar.

Compilar dicha información constituyó un verdadero trabajo arqueológico, muchos de los archivos estaban “guardados” durante años en sótanos, azoteas, depósitos, cocheras, etc. Así que, rastrear la información implicó la búsqueda especializada y selectiva del material entre el polvo, la humedad, los hongos, la fauna diversa y el olvido. 

Recopilar la historia del movimiento lésbico reitero, fue una tarea principalmente arqueológica, debido a la dispersión de las fuentes de información. Las fuentes históricas se encontraban en los archivos personales y testimonios de las militantes, con el peligro de disgregarse o perderse, sea por desaparición física como el caso de Nancy Cárdenas (pionera del movimiento homosexual en México, y en cuyo reconocimiento, el CDAHL lleva su nombre) o porque la militancia es bastante móvil y muchas se alejan de ella con su producción incluida. Y porque debido a la lesbofobia, el clima de persecución y linchamiento, la militancia lésbica en América Latina en ese momento era y lo sigue siendo en algunos países, semi-clandestina, cuando no absolutamente clandestina. 

En el IV Encuentro Nacional Lésbico Feminista en 1994, propuse formar un Archivo Histórico Lésbico, ya que era difícil encontrar de manera centralizada información lésbica. El material producido por dicho movimiento se estaba perdiendo y la reciente partida de Nancy Cárdenas, pionera en la lucha lésbica homosexual, dejó sensible a la comunidad. Muchas no tuvimos la suerte de conocerla directamente o entrevistarla.

La idea entusiasmó a algunas con quienes empezamos a trabajar en una convocatoria abierta para donar materiales Algunas obsequiaron libros, carteles, trípticos, botones, copias mecanografiadas de pronunciamientos, ponencias, reflexiones colectivas, etc. E iniciamos una clasificación básica. En ese mismo Encuentro, Safuega, una lesbiana holandesa que desde hacía muchos años, implementó “Oasis” un Centro de Documentación para lesbianas primero en Tepoztlán y luego en Guadalajara, nos donó antes de dejar México, parte de su material.

Con aproximadamente 80 libros y 1200 documentos empezó el Archivo Histórico Lésbico, al principio el material se acomodó en mi departamento de 45 mts2 en Tlatelolco, donde prestábamos atención al público previa cita los días sábados. Posteriormente hicimos un convenio con el Instituto de las mujeres, donde por un tiempo prestó servicio, al cambio de administración, tuvimos que mudar de sede hasta entablar otro convenio con un centro comunitario, mientras éste existió. Así, el archivo sin sede fija, se tuvo que encajonar e invernar en casa de una compañera hasta que finalmente decidimos donar el material al CAMeNA para su uso público.

Quiero reflexionar en el trabajo arqueológico que implica la reconstrucción de archivos históricos de movimientos sociales que han estado desde la marginalidad, la clandestinidad, semiclandestinidad o la contrahegemonía, como el movimiento lésbico, aportando a la reflexión, a la acción y a la construcción de un contradicurso tendientes a democratizar el país, la región, el medio, la familia, la escuela o la comunidad.
Recupero los aportes de Foucault en su discusión entre arqueología y genealgía. La arqueología describe los discursos como prácticas especificadas en el elemento del archivo. La arqueología del saber propone articular el sujeto con las prácticas discursivas que se producen en el límite del archivo, así, la arqueología esboza una estrategia de lectura y escritura situada en los márgenes de la disciplina o la positividad tradicional. En este sentido, subyace al interés de Foucault una pretensión de desarticular la tradicional visión lineal del tiempo histórico que desconoce la distancia entre los hechos acontecidos y su reflejo en el discurso que lo organiza de acuerdo a los cánones de lectura institucional.

La necesidad de articular un archivo histórico lésbico respondía a una estrategia política, contrarrestar justamente la ausencia del discurso y en consecuencia la invisibilidad lésbica en los archivos y bibliotecas tradicionales. Si bien la voz de las actoras era escasa, ello nos convertía en sujetos no existentes, aunque la experiencia de vida fuera invaluable.  Lo que no se pronuncia, no existe y es que para la sociedad hetero-patriarcal es también estratégico afirmar nuestra inexistencia, porque no puede existir nada más subersivo para una sociedad heterocentrista y misógina, que el placer de las mujeres de vivir y gozar sin la presencia o autorización masculina. Así recuperar el conocimiento generado por años de opresión, exclusión e invisibilidad era parte de la lucha que en la región se venía dando desde finales de los 60s.

La falta de una práctica en la escritura nos convertía en sujetos ágrafos, y por tanto en riesgo de quedar sin reconocimiento histórico, es decir, sin experiencia válida que la memoria de los pueblos pudiera registrar. Borradas de la historia como estuvimos debido a los conceptos clínicos y legales, no aspirábamos encontrarnos en el Archivo General de la Nación, sino con la marca del estigma. Entender esa invisibilidad implicó comprender la lógica de un sistema de dominación que obstaculiza, prohíbe, invalida ese discurso y el conocimiento. Un poder que no sólo se encuentra en las instancias superiores de censura sino en toda la sociedad.

En este sentido, el trabajo arqueológico de recuperar la voz de aquellas que iniciaron el camino ha sido también una tarea política, dejar constancia, de las condiciones en las que tuvieron que articular su lucha, asumir el orgullo de ser diferentes a pesar del clima de linchamiento y en dichas circunstancias, generar un discurso de ruptura y transgresión.

Esta recuperación histórica ha significado también una recuperación genealógica de nuestras ancestras, y la manera en que han tenido que dejar constancia de la palabra lesbiana.
Quiero compartir con un Uds. una reseña del primer manifiesto en la historia mexicana elaborado por un grupo de lesbianas y la forma en cómo aparece la palabra lesbiana:

Las lesbianas dejaron oír su voz en la Conferencia Mundial por el Año Internacional de la Mujer, en 1975, que se celebró en México. El 23 de junio cuando la australiana Lauria Bewington en nombre de la "Unión de Estudiantes Australianas", manifestó su preocupación por los problemas generales de la mujer y demandó el cese de la marginación de las lesbianas y la unión en "la lucha común por un universo en el que cada cual puede manifestar sus preferencias sexuales de acuerdo con sus propias inclinaciones y no en función de papeles impuestos por la sociedad... Yo estoy orgullosa de ser lesbiana -dijo-, no presento trastornos físicos ni psíquicos de ningún orden y he hecho esta elección libremente. A continuación intervino una norteamericana recordando que el Informe Kinsey sobre "El comportamiento sexual de la mujer", publicado en 1953 afirma que el 28% de las norteamericanas habían tenido alguna experiencia homosexual en su vida y el 5 o 6 % practicaban exclusivamente la homosexualidad.[1]

              Los días siguientes la prensa comentó ampliamente el "incidente". El Excélsior en su primera plana informaba: DEFENDIAN CHICAS DE EU EL HOMOSEXUALISMO. "Un grupo de escritoras mexicanas pidió a la Tribuna del Año Internacional de la Mujer que se trataran asuntos realmente trascendentes para que la Asamblea no se volviera, a base de temas banales, un show". Novedades, bajo el encabezado de "Armó la Gorda", reportaba la participación de la joven australiana, así como la ola de aplausos y agresiones verbales que se desató en el público como respuesta: "¡Sáquenla!", "¡Vete a ver al médico!". "¿Qué vinieron a hacer y qué derechos reclaman las lesbianas?... Lo que repugna es que ellas quieren que su padecimiento se considere como estado normal, su enfermedad como salud, con lo cual no hacen sino probar que su caso clínico ha llegado a verdadera gravedad", refunfuñaba uno de los editorialistas de Excélsior, el periódico más progresista en ese momento (24/VI/75).

              La ausencia de lesbianas mexicanas en ese "escándalo" parecía darles la razón a las reacciones de prensa que insistían en que el lesbianismo no era más que una extravagancia importada, que no iba a distraer a las mujeres mexicanas de sus "verdaderos problemas". Nancy Cárdenas que ya había aparecido públicamente en 1973 fue localizada por una de las lesbianas asistentes a la reunión.[2]

 "Me contaron que las comunistas, mis propias compañeras de antes en el partido habían abandonado la sala de discusiones cuando una chica australiana dijo 'yo soy lesbiana feminista'. Ellas dijeron 'Fuera las enfermas, nosotras no estaremos aquí' y abandonaron la sala. Eso me pareció que daba una imagen de México incompleta, porque yo también era militante de izquierda, era lesbiana y feminista y tenía otra posición y levanté el dedo".[3]

               En la conferencia se reunieron las lesbianas asistentes y presentaron públicamente una "Declaración de las Lesbianas de México", el primer manifiesto en la historia mexicana elaborado por un grupo de lesbianas, en el que expresaron que sus sentimientos son naturales, normales, dignos y justos; que, desgraciadamente, sus esfuerzos carecen de efectividad porque no han logrado una organización sólida; que es difícil despertar conciencia en otras lesbianas por la autodenigración; que las disposiciones legales que puede aplicar un juez por faltas a la moral y apología de un vicio podrían ser de hasta seis años de cárcel sin derecho a libertad bajo palabra; que esto junto a la acción policíaca, la acción abierta organizada es casi imposible; y finalizaron la declaración afirmando que "La liberación de los homosexuales es una forma más de liberación social".[4]

              En el evento apareció por primera vez públicamente el término lesbianismo, aunque el ánimo de la lucha todavía seguía siendo de características homosexuales, como se aprecia en el final del documento. La necesidad de precisión de los términos apareció como una exigencia que vino desde el movimiento feminista, como lo expresa Nancy:
“En todos los momentos que leímos de la liberación estaba que había que de-satanizar los términos. En la declaración de septiembre del 71 no aparece la palabra lesbiana, sino hasta que ya me forzaron en 75 a precisar los grupos de mujeres”.[5]

              Otro elemento a destacar de esta primera aparición pública de las lesbianas en México fue la referencia al sistema legal y policíaco con el que se podía juzgar la homosexualidad y que impedía "la acción abierta organizada". De hecho cuando Nancy Cárdenas fue interceptada por los periodistas para declarar sobre el lesbianismo en México, su primera reacción fue de resistencia ante el temor de la legalidad.
“De pronto tenía yo como cuarenta o cincuenta periodistas alrededor, ¡como Sophia Loren en la Vía Appia! No lo podía creer. El asalto era agresivo: '¿Es usted lesbiana?' '¿Quiénes más son?', '¿Porqué aceptó venir?' '¿Qué significa esto?' Una pregunta tras otra. Yo ni siquiera podía contestar. Lo único que alcancé a decirles fue: mientras la ley de mi país no ofrezca garantías para los homosexuales, ni yo ni nadie puede responder a sus preguntas”.[6]

              La ley mexicana no se modificó al respecto, sin embargo, la reforma política de 1977 permitió mayor apertura para el desarrollo del feminismo y la aparición pública de un movimiento de lesbianas y homosexuales. Los códigos penales del país no hacen una referencia explícita a la penalización de la homosexualidad, pero la ausencia de una declaración constitucional referida a la no discriminación por razón de opción sexual puede llevar a interpretaciones y sanciones con otras figuras o disposiciones legales, como "corrupción de menores", "delitos contra la moral y buenas costumbres" o los Reglamentos de Policía y Buen Gobierno que dan a la policía un amplio poder para arrestar a cualquiera que adopte "actitudes o (use) un lenguaje que contraríe las buenas costumbres; que haga ademanes indecorosos que ofendan a la dignidad de las personas; que perturbe el orden público y llegue a invitar, permitir y ejercer la prostitución o el comercio carnal", entre muchas otras ofensas (artículo 3).[7]

              En la práctica, el Código Penal puede ser usado para legitimar o excusar la arbitraria persecución de homosexuales, principalmente a los que dan la cara en público. Como señaló Max Mejía, "poco importa que no se nombre por su nombre el delito de la homosexualidad. El criterio sobre lo inmoral está legitimado en la existencia de la moral, el pudor y las buenas costumbres machistas".[8]

Para el CDAHL, recopilar y resguardar este material histórico, fuente para muchas investigaciones, se convirtió en una tarea inconclusa en la medida que carecía de un espacio de libre acceso. La generosidad del CAMeNA y su cobijo, completa en parte esta labor, porque la digitalización y puesta en la red, significará la posibilidad de acceder a dicha información desde cualquier latitud. Nos queda pues pendiente, asumir el compromiso de seguir alimentando el acervo con material, de esta historia que aún sigue estando en la disidencia. No me queda más que agradecer al CAMeNA por su profesionalidad, sensibilidad y dedicación al rescate de archivos que nos dejan constancia de la historia no oficial.


[1]Sarmiento, Carmen. La mujer una revolución en marcha. Ed. Sedmay, Madrid 1976.
[2]Hinojosa, Claudia. "El Tour del Corazón" en: Otro modo de ser. Mujeres mexicanas en Movimiento. México, 1991.
[3]Entrevista con Nancy Cárdenas, Ibidem.
[4]“Declaración de las lesbianas de México”. Documento leído públicamente en el Foro sobre lesbianismo que organizaron las lesbianas que participaron en la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México, D.F. junio de 1975. Fotocopia.
[5]Nancy Cárdenas, ibidem.
[6]Hinojosa, Claudia. "El Tour del Corazón" en: Otro modo de ser. Mujeres mexicanas en Movimiento. México, 1991.
[7]Lumsdem, Ibidem.
[8]Mejía, Max. "Nadie es libre hasta que todos seamos libres", en Fratti, Gina Liberación Homosexual. Posada, México, 1984.

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